Clara caminaba por la bulliciosa calle, ensimismada en sus pensamientos, con una docena de bollos caliente en el brazo, tacones altos, ropa de colores vivos, melena al aire y por fin una gran sonrisa plasmada en su cara.
Sus vecinas le miran, algunas con alegría, otras con enormes celos y otras simplemente le ofrecían una gran sonrisa. Ella dejaba claro a su paso por la calle, por la ciudad y en cada una de sus palabras, que volvía a ser la de antes, que al fin era quien fue en aquel entonces y lo seguiría siendo durante mucho tiempo.
Sube las escaleras de su viejo edificio, gira en redondo sobre sus tacones de diez centímetros, respira hondo, aclara sus pensamientos una y mil veces mas y entra decidida a coger de nuevo las riendas de su vida, a coger por banda de nuevo su rutina, a aburrirse de ella y hacer cada día especial, entra decidida a vivir.
Al entrar por el umbral de la puerta, suelta los bollos y las llaves en la mesilla de la entrada, coge aire y alza con alegría su voz.
- Buenos días.- Dice en tono alegre.
De manera instantánea, aparece Alvaro, envuelto en miedos en la entrada, aun en pijama y con el pelo revuelto, no llevaba mucho despierto.
-¿ Clara ? ¿ Que hora es?
-Um.. no se, sera cosa de las diez-Dice acercándose unos paso a el.
- ¿ Las diez? Dios mio cariño, lo siento, tenia que ir contigo a eso. - Automáticamente, corre al cuarto y torpe mente se pone los pantalones sobre el pijama y se abrocha el chaquetón hasta el cuello. Ni se había fijado en como iba su mujer.
- Alvaro- Dice clara, apoyada en el quicio de la puerta, observando como se sume en la angustia su marido.
- Lo se, lo se, me he quedado dormido, lo siento, es la primera vez en un año- Anda ha zancadas hasta la puerta, donde Clara le impide el paso.
-Alvaro- Insiste ella.
- ¿Que?- Dice cansado.
- Mirame.
Alvaro levanta la vista, y no da crédito a lo que ven sus ojos. Por primera vez en mucho tiempo ve a su mujer maquillada, con tacones, sonriendo, con el pelo suelto, tranquila, sin la tristeza que le comía la vida poco a poco meses atrás. Las lágrimas inundan su ojos, y le acaricia la cara a Clara como si de un sueño se tratara, volvía a ser ella, la chica risueña de la que se había enamorado.
- ¿ Que ha pasado?- Dice con el rostro de la chica entre las manos.
- Nada, no ha pasado absolutamente nada, eso es lo bueno, todo esta bien Alvaro, no hay nada raro, estoy totalmente recuperada, se acabo la asquerosa rutina de agujas, de hospitales fríos, de pesadillas, todo a terminado, vuelvo a ser yo, quiero volver a ser yo. Me he levantado, decidida a ello.
Alvaro se sienta en la cama, y rompe a llorar como un niño desconsolado, balbucea palabras incompresible entre lágrimas.
- Cariño no... - Clara se sienta a su lado lo abraza y deja que llore en su hombro, le besa la frente y apoya su frente en la de Alvaro, sosteniendo su rostros entre sus manos.
- Sabes, tienes todo el derecho del mundo de romper a llorar, hazlo durante horas si quieres, por que no te he visto derramar una lágrima en todos estos meses mientras que yo lloraba en cada suspiro. Y, gracias por hacerlo, no se que hubiera sido de mi sin tu apoyo todo este tiempo, estoy segura que sin ti a mi lado, mi muerte habría sido inmediata, gracias, de verdad gracias, por ser durante un tiempo los latidos de mi corazón. Y ahora ¿ Me pones al día?
Los dos rompen a reír, por primera vez desde hace meses.
