Tan repentino, doloroso y macabro como decir te quiero a alguien que no te quiere, lo piensas y piensas que consecuencias tendría, lo que te arriesgas a perder. Aun así te arriesgas, lo dices, gritas, y entonces aparece ese dolor que te atraviesa, te parte en dos y habré una herida en tu corazón, que tardaras en cerrar el doble de tiempo que tardaste en abrirla. Apretaste el gatillo.
Todo el mundo se arriesga, todo el mundo jugó alguna vez a la ruleta rusa del corazón, no es definitiva, pero si igual de dolorosa, bueno alguna vez no nos tocara la bala, todo el mundo encuentra ese apretar de gatillo vació de dolor.