Corría, corría como un nunca lo había hecho, miles de pensamientos miles de imágenes le recorrían la mente una tras otra, y su rostros ese rostro de ángel aparecía como motor permanentemente.
La maleza le arañaba la cara los brazos y hacia heridas en su piel, y de repente, ella de nuevo ella y su permanente recuerdo.
¿ Cual era su destino? Ni el mismo lo sabia, no sabia el objetivo ni el final de ese recorrido, simplemente corría pensando en ella y no sabia que encontraría al final de el.
Y al fin llega a un inmenso claro, desde el cual puede divisar el bosque junto aun inmenso precipicio que los separa, y hay estaba ella con su impecable sonrisa, al borde de las rocas a punto de precipitarse. Y empieza de nuevo a correr, a gritar su nombre, a evitar su caída, pero algo se lo impide, algo le impide salvarla, no es capaz de llegar a ella, el camino parece eterno y ella cada vez mas lejos y mas cerca de caer sin regreso.
Y sus fuerzas decaen junto a la chica, la cual ve caer con impotencia. Se ha ido y su regreso es imposible y ¿ Que hacer tras su caída ? Dos caminos se abren a su paso uno le lleva de nuevo al bosque en el cual puede seguir corriendo, junto a los recuerdos de la chica que le perseguirán el resto de su vida; otro le lleva a un inmenso precipicio, del cual no ve fondo, lo único que aria seria caer y y caer. ¿ Que hacer ? Se preguntaba una y otra vez, que hacer cuando el motor de tu vida se a ido y tu no has podido hacer nada para remediarlo. Desgraciadamente la respuesta no la encontraría al final del camino, tampoco al final del precipicio, simplemente tenia que aprender a correr, con el recuerdo y la duda permanente de si finalmente le seria irremediable caer junto a ella.